Deep Sea Embers

La Muñeca

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Las intensas llamas verdes comenzaron a apagarse lentamente, y la superficie del mar que las rodeaba también se calmó. Después de confirmar con la cabeza de cabra que el ‘Sin Hogar’ había salido de la zona de peligro y podía navegar por sí solo, Duncan retiró su mano del oscuro volante. En ese momento, bajó la cabeza y vio su cuerpo, que había recuperado su forma física, y la cubierta del ‘Sin Hogar’, que volvía a su estado normal después de que el fuego verde se extinguiera.

Sin embargo, en lo más profundo de su ser, sintió que muchas cosas habían cambiado. Podía sentir que, en el momento en que agarró el volante del ‘Sin Hogar’, algo cambió. Las llamas verdes lo conectaron con el barco y con el mar. Incluso después de que las llamas se apagaran, aún podía sentir esa conexión invisible y percibir cada detalle del barco bajo sus pies.

Duncan cerró lentamente los ojos y escuchó un murmullo tenue proveniente de los pasillos oscuros y profundos del ‘Sin Hogar’. El murmullo llevaba una extraña sensación de familiaridad. Vio que la lámpara de la cabina del capitán estaba encendida, proyectando una luz pálida y temblorosa a través de su cubierta de vidrio. Escuchó el sonido de las olas golpeando el casco, como si ocultaran una mirada profunda, pero cuando intentó buscar su origen, parecía desaparecer conscientemente.

Duncan abrió los ojos y exhaló suavemente. Las velas etéreas y brumosas en el mástil del ‘Sin Hogar’ comenzaron a ondear. Se dirigió hacia las escaleras que conducían a la cubierta, y las cuerdas a su lado se movieron solas, apartándose a ambos lados.

Comprendió que al tomar el volante, se había convertido en el verdadero capitán del barco.

—Capitán, estamos emergiendo del borde del reino espiritual y pronto regresaremos al mundo real —dijo la voz de la cabeza de cabra desde un lado, esta vez directamente en la mente de Duncan, en lugar de a través del tubo de comunicación del barco. Su tono era serio, muy diferente de su habitual ruido—. Tuvimos suerte, solo tocamos ligeramente el fondo del reino espiritual, casi sin afectación de su profundidad.

Mundo real, mar espiritual, profundidades abisales, y aparentemente, un subsitio aún más profundo… Las extrañas palabras que aparecían en la mente de Duncan apuntaban a la verdadera naturaleza de este mundo extraño, pero aún no entendía su significado real.

Sin embargo, al escuchar a la cabeza de cabra llamarlo “capitán”, Duncan sintió un cambio sutil en su tono. Incluso sospechaba que, incluso si revelara su identidad como “Zhou Ming”, la cabeza de cabra aún le obedecería. Este cambio ocurrió después de que tomara el volante y se recuperara del “fuego verde”.

Después de una breve vacilación, Duncan decidió no probar su teoría ni preguntar sobre el reino espiritual, las profundidades o el subsitio. Si hubiera sido unos días antes, estaría ansioso por comprender su situación, pero ahora, parecía sentirse más relajado.

Este mundo tenía otros “seres humanos”, otros barcos, una sociedad con orden y otras civilizaciones, lo que le daba esperanza y le permitía formular planes aún vagos para el futuro.

Mientras divagaba, Duncan recordó los detalles de su encuentro con el barco que emergió repentinamente de la niebla densa, su distintiva chimenea y las estructuras mecánicas que aparecieron en su mente cuando el barco pasó junto al ‘Sin Hogar’.

—Ese era un barco de energía mecánica… y el ‘Sin Hogar’ parece ser un barco de velas del siglo pasado… —murmuró Duncan—. Pero no es completamente un barco mecánico.

El barco tenía habitaciones de propósito desconocido, dispuestas como si fueran escenas de un ritual. En el esqueleto del barco, había extraños patrones y símbolos, como decoraciones, pero más allá de la necesidad de la decoración.

—Cabeza de cabra —dijo Duncan de repente. No sabía cómo llamar a esa criatura, así que simplemente expresó lo que tenía en mente—. Cuando nos “cruzamos” con ese barco, esa persona que parecía el capitán, ¿qué fue lo que me gritó?

La cabeza de cabra, al parecer completamente indiferente al apodo que le habían dado, respondió alegremente:

—El viento y las olas eran demasiado fuertes, no pude escuchar con claridad.

—¿Tú tampoco lo escuchaste con claridad? —preguntó Duncan, frunciendo el ceño—. No sé por qué, pero su expresión era tan solemne, como si estuviera dispuesto a morir conmigo. Seguro que lo que gritó era algo importante.

—El deseo de morir contigo es una reacción perfectamente normal en los humanos, especialmente entre los marineros. No deberías preocuparte por sus gritos, que no son más que el ruido de una hormiga intentando sacudir un árbol.

La respuesta de la cabeza de cabra fue tan lógica que Duncan casi pierde el equilibrio al subir las escaleras hacia la cubierta. Sorprendido, apenas pudo murmurar:

—¿El deseo de morir conmigo es una reacción humana normal?

Inmediatamente se dio cuenta de que había sido imprudente al decir eso, ya que revelaba una brecha en su identidad como “capitán” y mostraba que no entendía completamente su propia situación. Tal vez fue el agotamiento del fuego verde o la sensación de fusión con el ‘Sin Hogar’ lo que disminuyó su cautela. De cualquier manera, Duncan se sintió repentinamente tenso.

—Tienen miedo de ti, y eso es normal —continuó la cabeza de cabra con un tono casi orgulloso—. Cualquiera que navegue en el mar infinito debería temerte, al igual que temen a los antiguos dioses y a las sombras del subsitio. Hablando de sombras, ¿sabes que hubo un destacado ingeniero, o tal vez un agrónomo o un gourmet, que una vez dijo…?

Duncan, usando su lógica, decidió no seguir ese tema, ya que temía que continuarlo lo llevaría a una situación incómoda (y la razón más importante era que no quería prestar atención a la cabeza de cabra, ya que su ruido aumentaría exponencialmente si alguien le respondía). Además, al segundo siguiente, su atención se desvió a otra cosa en la cubierta.

—¿Qué demonios es esto? —dijo Duncan, parado en el borde de la cubierta, mirando fijamente un objeto cerca de la puerta de la cabina del capitán.

Era un cofre de madera de un metro de largo, hecho con un material oscuro e desconocido, cuidadosamente ensamblado y reforzado con metal que parecía dorado. En los bordes del cofre, había patrones complejos e intrincados, como escritura o símbolos jeroglíficos intencionalmente distorsionados. ¡Este cofre definitivamente no pertenecía al ‘Sin Hogar’! Duncan no lo había visto cuando salió de la cabina antes.

La voz de la cabeza de cabra se quedó en silencio por un momento y luego habló:

—…No lo reconozco, pero debe ser un botín.

—¿Botín? —exclamó Duncan, rodeando el cofre—. Esto parece un ataúd, pero más elaborado que uno normal… Espera, ¿quieres decir que esto viene de ese barco? ¡Eso es robo!

—Un botín exitoso, capitán —dijo la cabeza de cabra con seriedad, y su voz sonaba casi aduladora—. Cada uno de tus viajes siempre regresa con una gran cosecha, es un rendimiento normal.

Duncan abrió la boca instintivamente, sorprendido de que hubiera obtenido algo del barco mecánico sin intención. Pero luego pensó que decir algo podría ir en contra de su imagen de “capitán”, y más importante aún, el barco mecánico ya había desaparecido en la niebla. Recordando la mirada feroz y casi suicida del capitán de barba blanca, Duncan concluyó que el cofre no podría ser devuelto, así que se tragó sus palabras.

Se paró frente al lujoso cofre, que parecía un ataúd, y notó que la tapa estaba suelta y parecía que se abriría con un solo toque.

Después de dudar por un momento, Duncan colocó su mano sobre la tapa del cofre. Al menos, quería descubrir qué había traído a bordo durante su “viaje espiritual”.

Su cuerpo era más fuerte de lo que había imaginado, y la tapa del cofre, que no era tan pesada como parecía, se levantó con facilidad. Al aplicar un poco más de fuerza, la tapa, de aspecto oscuro y pesado, se abrió por completo.

Duncan miró dentro del cofre y se quedó boquiabierto.

—¿Una persona?

En el cofre, yacía en silencio una hermosa joven de cabello plateado, largo y fluido como la plata líquida. Su rostro era perfecto e impecable, y emanaba una cualidad noble y trascendental. Llevaba un elegante vestido de corte negro y púrpura, y sus manos, cruzadas frente a ella, la hacían parecer como si estuviera en un sueño eterno.

Era perfecta, como una muñeca.

—No, espera… ¡esta es una muñeca!

Mientras observaba más atentamente, Duncan notó su estructura articular no humana.